Esta es la palabra que brota del labio del hombre que anhela su progreso y bienestar, porque comprende que sólo la educación es su punto de apoyo para el desarrollo y perfeccionamiento de las virtudes y buenas cualidades del niño, del joven y del hombre maduro.
Se ha dicho que la educación es lo primero después de Dios, la palabra motor y la fuerza que impulsan hacia el ideal más puro, noble y elevado de un pueblo; es el tesoro público más preciado, el aroma de la juventud y la espada de la edad viril. Así podríamos seguir enumerando las cualidades y bondades de la educación.
La educación con estos atributos tan nobles ha fomentado el espíritu de los pueblos y los ha sacado de la ignorancia en que dormitaban.
Así se han levantado grandes industrias y maquinarias que el genio humano ha podido inventar para el perfeccionamiento de la vida.
Ahora bien, querido lector y hermano, que tienes la dicha de haber adquirido las luces de la educación; ella te abrió los ojos de tu inteligencia y te capacitó para conseguir y marchar a la conquista del bienestar y felicidad material y espiritual. Tú que has comprendido y palpado las bondades y el fruto de la educación, tal vez has creído necesaria, como lo creo yo que nuestro pueblo araucano necesita mucho de las luces de la educación para su progreso cultural, moral y social económico.
Es verdad estimado lector y hermano, nuestro pueblo necesita mucho de estas luces y fuerzas que lo capaciten para que progrese y se levante de la postración miserable en que hoy día se halla.
Necesita, hermano mío, nuestro pueblo cultura y mucha cultura, ¿y qué hemos hecho nosotros por culturizar a nuestro pueblo?
Es un poco escalofriante decir NADA, pero es la realidad. Sobre nosotros, mi amable lector, pesa una responsabilidad enorme, porque mañana nos juzgarán la generación venidera y nuestros hijos sobre las obras que hemos realizado.
Para hacernos dignos de esta responsabilidad, debemos convertirnos en apóstoles esforzados y pujantes en sembrar la buena semilla de la cultura en la mente de nuestros hermanos que aun caminan en la tenebrosa noche de la ignorancia, encauzándolos por una senda mejor mediante consejos sanos e instructivos, entregándoles libros buenos e instructivos para armarlos así de esta espada mágica para que abra pasos en las múltiples dificultades y en las luchas por la vida y labre su propio bienestar y felicidad en las diferentes actividades humanas, tales como agrícolas, industrias, comercio, etc. y sean elementos eficientes dentro de la comunidad donde actúan.
Así habremos cumplido con la magnífica obra social de enseñar al que no sabe.
Lector, si tú sientes una chispa de ideal en tu corazón, ven a engrosar las filas de la Unión Araucana para emprender la magnífica obra de culturizar a tus hermanos de raza.
Martín Alonqueo
En: El Periódico Araucano, Época 6, Número 1, pp. 2-3
Dirección y Administración Secretaría General de la Unión Araucana
Padre Las Casas, agosto de 1948