Por Elvira Inalaf S.
“El hombre debe ser libre en todo sentido; y la libertad es la llave que abre las puertas del progreso y de la felicidad”. Fue esta una frase que oí cierto día en un tranvía y que hizo reflexionar mucho.
Yo me pregunté ¿pero, ha sido el hombre enteramente libre alguna vez?
Hace muchos siglos que la humanidad entera, lucha por conseguir la libertad, en cuyo nombre se han consumado las más grandes injusticias y se han realizado también los más sublimes ideales.
El hombre debe ser libre, más bien saber ser libre y para conseguir esa completa libertad es preciso que tenga paz en su conciencia y que acalle la desmedida ambición que lo esclaviza. La sagrada libertad de todos los pueblos del universo se considera ganada y segura cuando el hombre aprenda a refrenar su ambición.
Hasta hoy, en todo el Universo, es el hombre, el único ser que gime esclavizado, pues su propia civilización lo tiene atado y le impide disfrutar de los inmensos dones brindados generosamente por la naturaleza.
¿Por qué si es el hombre la creación máxima y por lo tanto la más perfecta, tiene que estar constantemente defendiendo con sangre sus propios derechos? ¿Por qué siendo él, rey de la creación vive en constante lucha y no puede conseguir la paz que tienen los demás seres inferiores a él? Porque al hombre le falta todavía simpleza necesaria como para gozar de completa libertad y mansedumbre para gozar la paz.
Hubo uno que dijo: “Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra” y esa bienaventuranza la lograremos cuando el hombre sepa respetarse a sí mismos y respetar a los demás.
Elvira Inalaf S.
Revista Aspiraciones, n° 14, p. 8
Santiago, Noviembre de 1948