Por MARÍA RIVAS MARIQUEO

A veces hay cosas en la vida que muchas personas quisieran gritarlo a todo el mundo, pero no pueden hacerlo; yo aquí voy a relatar algo que siento, aunque nadie se entere. Así me desahogaré. Hasta ahora no ha cambiado nada, por eso quiero escribir sobre este punto.

Siempre nos han enseñado como católicas y cristianos, el amarnos los unos a los otros, de amar al prójimo como a ti mismo, pero desgraciadamente estos hermosos mandamientos no se cumplen respecto a la raza aplastada, la Raza Araucana. No me explico cuál es ese recelo que hace mirar en menos a un araucano. Todo el mundo sabe que muchas veces hay una persona enojada, rabiando por algo, y otra le dice:  ¾Ya te dio la indiá!  O también, si es un poco tonto le dicen: ¾¡Este parece indio, por tonto! Y así muchos otros casos que recuerdo.

Me acuerdo de un niñito mapuchito que tenía 8 o 10 años más o menos. El estaba solito jugando en su casita y era muy pobre. Un día pasé y le dije  ¾¿Cómo te llamas tú? Y él sin levantar la cabeza me contestó, ¾Chico. En realidad se llamaba Francisco Collipán, y entonces le dije ¾¿Usted, Chico, no va a la escuela? Él siempre siguió jugando con unas bolitas y sin mirarme me dijo ¾Sí, fui otro día y no oí na, porque los huinca son muy malos conmigo, me pegan a mí.

No me olvidaré nunca de eso pues me dio mucha pena, porque el pobrecito no se quejaba de los lejos que le quedaba la escuela ni del sacrificio que hacía para ir. Él quería aprender a leer y a escribir, y quería también tener muchos amigos para jugar y así hacer una vida más agradable, como todo niño lo desea. Pero el blanco orgulloso lo posterga y lo humilla.

Entonces le dije ¾¿ Y cómo ese otro niño Cheuquemil va a la escuela? ¿Por qué no te juntas con él y así no te sientes tan solito? Y él me miró con carita de pena y me dijo: ¾ A mí me dijo Chequemil que no iba a ir ma tampoco porque el profesor le pegó con un palo, porque él le pegó a otro niño. Es que también son molestosazo los cauro y pureso Cheuque le pegó.

Esto que escribo lo he visto porque cuando yo estaba en la escuela pasaba lo mismo. Yo me fijaba que donde había un mapuchito allá iban los otros y lo molestaban. No lo dejaban jugar tranquilo. A veces se juntaban cuatro o cinco indiecitos a jugar juntos y nunca faltaba un chileno o huinca como los llaman ellos, que llegaban a molestarlos. O si un mapuchito estaba sentadito muy tranquilo, no faltaba alguno que le diera su puñete o lo obligara a pelear y por supuesto con un chileno más capaz. La cosa era que siempre el mapuchito, tenía que perder. Y qué triste es ver lo feliz que se sienten los otros niños cuando le pegan a un mapuchito y lo hacen sufrir, hasta los profesores son crueles e injustos con ellos muchas veces.

Aquí en Santiago no pasa eso, es en los pueblos chicos, sureños. Pero cuantas compañeras mapuchitas no se sienten humilladas por nosotras y viven solitarias.

Por eso yo pienso, que el indio es tímido y se ve triste, porque ha sido maltratado desde pequeño, ellos han sufrido el desprecio, las humillaciones y el odio injusto de todos. Ellos no han tenido nunca una infancia como todo ser humano necesita. Para el mapuche jamás hay comprensión, cariño ni piedad. Solo desprecio.

Creo no equivocarme al pensar si el indio tuviera una infancia más agradable, sería otra cosa, si los profesores les enseñaran con más paciencia, cariño y comprensión, si los compañeros fueron amigos con ellos y los hicieran sentirse iguales a los demás, serían alegres y estudiarían más. Muchos tienen capacidad para estudiar, inteligencia para comprender, pero el trato que reciben los hace sentirse como quien dice “pollo en corral ajeno”.

Por otra parte, hay muchas chiquillas mapuches que para no ser despreciadas ni humilladas, se cambian sin motivo el apellido mapuche, porque para el chileno, el indio es lo más bajo que hay. No sólo en el colegio para esto, sino también en el trabajo en las fábricas, en fin en todas partes.

Como ustedes saben, el indio se nota en la cara, pero el chileno se fija en eso y jamás piensa en los sentimientos que existen detrás de esa cara redonda que parece decir ¿Tengo yo la culpa de ser así? ¿Necesito excusa por ser indio?

Nunca piensan que pueden tener un corazón de oro una pureza de alma, que el mismo Dios les dio.

Claro que existen indios que no se avergüenzan de llevar sangre araucana. Son los profesionales que con gran esfuerzo se han educado y se sienten orgullosos de ser mapuche.

El indio es honrado, es altivo, valiente y sufrido. No deberemos olvidarnos de esos valientes que lucharon por su patria cuyos nombres conocemos muy bien porque están en la Historia de Chile. Debemos estar orgullosos de ellos porque dieron su vida por Chile

Ahora ustedes se preguntarán: ¿Por qué esta alumna eligió este tema para escribir? Muy sencillo porque yo también tengo sangre araucana y siento la necesidad de repetírselo a mis amigas y compañeras, y a mis hermanas de raza decirles que no se avergüencen de sus apellidos porque para Dios somos todas iguales. Tenemos que despertar y sacudir esos prejuicios raciales y luchar por nuestra personalidad.

¿Acaso no estamos en Chile, nuestra Patria?

Maria Elena Rivas Mariqueo
Alumna V año Instituto
Primer Premio Composiciones.
Pp 13 Revista Surge
Circa 1960