Estimados Araucanos:

Grande es mi alegría al tener esta oportunidad para expresaros mis sentimientos de araucano. Y ante todo, quiero agradecer muy de veras a mi distinguido amigo, don Carlos Huayquiñir, que me ha brindado siempre su buena voluntad.

No hay incentivo más poderoso y eficaz para un hombre, en la construcción de las grandes empresas, que las tradiciones de su patria que los ejemplos dejados por los mayores y convertidos en inclinaciones innatas de las generaciones venideras.

Mis amigos, yo os quisiera preguntar ¿si acaso nuestro pueblo araucano, aislándolo un momento del resto de la colectividad chilena, no tiene tradiciones forjadas por sus hombres, en otras épocas de nuestra historia nacional? Afirmativamente os contesto, que el pueblo araucano está lleno de nobles tradiciones. Y es esto que os quiero recordar para que lo llevéis siempre en alto, lo cultivéis y lo trasmitáis a vuestros hijos, primero con vuestros ejemplos y después con vuestras enseñanzas.

Habéis venido a esta Capital para beber el néctar del saber, a buscar el secreto del éxito, que es lo mismo el arma que os hará triunfar en la vida y habéis venidos a perfeccionar vuestras costumbres, iluminándolo con las luces del vivir con moralidad de acuerdo al progreso de la humanidad. Pero no olvidéis el fin, la meta que os trajo y no perdáis en las tontas vanidades, en placeres inmundos que llevan al fracaso rotundo al hombre, sencillamente en una bestia, en que el espíritu ya no tiene control sobre el cuerpo, sino que es esclavo de pasiones groseras y viles del cuerpo.

Mis estimados araucanos, estamos experimentando grandes trastornos en la humanidad, bien lo sabéis por los diarios, ¿Y habéis pensado, pero en forma sincera y desinteresada, por la pobre raza que parece olvidada por todos los chilenos?, es preciso mis araucanos que mantengamos sin vacilaciones nuestras nobles tradiciones. Entonces obremos, actuemos y ¿cómo? Pensar, meditar, reflexionar, observar y admirar las grandes obras de cualquiera especia que sea acoger muy atentamente las grandes ideas, las buenas costumbres y después meditarlas.

La juventud que se levanta optimista e inteligentemente está emprendiendo la noble tarea de levantar cada vez más el nivel cultural y progreso de sus compatriotas. Sed generoso y adheríos a este gran movimiento correspondiente a este con vuestras maneras de comportar. En otras palabras sed honrado, constante en el trabajo, caballeroso en vuestras palabras y gran defensor de las grandes causas.

Espero que le daréis la debida consideración a estos sentimientos que os he expuesto con la intención de mantener y acrecentar la conciencia de la araucanidad, dignos de vuestros mayores.

Su afectuosísimo amigo y S, S.

Víctor Leñam Licancura
En: Heraldo Araucano, número 3, año III, p.4
Santiago, diciembre de 1942