Cuando en Octubre del año 1938, el actual régimen triunfó en memorable jornada electoral sobre los partidos que detentaran durante largos decenios la suma del poder, creyó el pueblo y con ellos los araucanos, que en el país se iniciaba una era de justicia y de comprensión para las necesidades de las clases desvalidas.

Desgraciadamente, y sin ánimo de criticar la labor del Primer Mandatario de la Nación, cosa que por lo demás no nos incumbe, los hechos han demostrado que las injusticias —como antaño— siguen a la orden del día en lo que a los araucanos refiere.

Es así como hemos visto por las informaciones de la prensa capitalina, la llegada de compatriotas nuestros que con grandes sacrificios han hecho viaje hasta la capital de Chile, para reclamar la justicia que los “Jueces de Indios” del Sur les han negado. Han creído ellos, como todavía creen muchos, nuestros compatriotas que hablando con las altas autoridades gubernativas obtendrán la justicia que reclaman.

Esto no es nuevo. Los araucanos son oprimidos y perseguidos por rábulas y explotadores; son burlados por los propios defensores de sus derechos en el Sur; se le da toda clase de garantías nominales y siempre continúan siendo despojados de todo cuánto tiene, aún del pedazo de tierra que les legaron sus inmortales antepasados.

En vano se habla con los poderes públicos; en vano se escriben motones de artículos de prensa; en vano algunos partidos políticos acuden a la demagogia solo para captar adeptos, proclamando esta situación a los cuatro vientos, pero lo despojos continúan a la orden del día y la injusticia sigue reinando. Por eso cuando vemos el dolor de los nuestros, despojados de lo suyo, injusta y criminalmente vejados, desoídos de quienes tienen la obligación, y también los medios como defenderlos, no podemos menos de preguntar a quiénes corresponde: ¡Hasta cuándo se les oirán y se les hará justicias a nuestros hermanos de raza!

Carlos Huayquiñir Rain
En: Heraldo Araucano, año III, número 4, p.3
Santiago, febrero de 1943