Ante todo sepamos quien es tímido. Sobre esta palabra hay muchos autores que se han preocupado en buscar una definición más o menos exacta.

Para Francisco Sarcey, tímido “es quien sabe a ciencia cierta o advierte por algún instinto oscuro que no encontrará ni la palabra, ni el gusto, ni la actitud que ha menester en una ocasión determinada, y puede cometer una torpeza”, o si se perdona la frase corre el riesgo de meter la pata. Pero las definiciones más comunes son las siguientes:

Tímido es el que carece de osadía. Tímido es el que tiene miedo de gente. Tímido es el que siente falta en sí mismo. Tímido es que por delicadeza vive en perpetuo temor de incorporarse a los demás.

El origen de estas cualidades afirman los militantes de la teoría de la herencia: que los caracteres de un individuo descienden de los padres. Y los que buscan las cualidades como aparición y desarrollo en el curso de la vida colectiva de la humanidad, opinan que las cualidades buenas o malas que puede tener un individuo se le ha formado con el roce de sus padres o de cualquiera persona que tuvo su cierta influencia sobre él desde un principio.

Consideremos sobre la primera teoría (herencia) y hagamos un parangón en lo que pasó con la raza araucana. Todo el largo de la historia de la Araucanía, narrada no por los historiadores araucanos, que si fuera así se podría dudar tal vez de su autenticidad, por tratarse de excesivo amor patrio o por otros motivos, están marcadas las cualidades insuperables de osadía, delicadeza, confianza en sus victorias, amor a un suelo natal, etc., etc., por los mismos soldados y poetas fieles a su rey y enemigo de Arauco. De por consiguiente: el Arauco no desciende de padres tímidos ya que los mismos enemigos confiesan la verdad.

Veamos ahora con la segunda teoría. Para esto tengamos siempre presente la historia narrada por los españoles, y hagámonos esta pregunta. ¿El araucano actual es el mismo que el araucano antiguo hablando en forma general? La respuesta es muy sencilla: no es el mismo. Prescindiendo de los ya instruidos en general, muchos ya no tienen la herencia de valor, osadía, abnegación de sus padres o antepasados; las han ido reemplazando con otros caracteres: timidez, vergüenza, excesivo amor al yo.

La ciencia descubre en el cerebro tres operaciones.

La primera [es] aquella en que por estímulo de las sensaciones que llegan, brotan las ideas elementales y combinadas, engendran las ideas complejas. La segunda operación es la formación de los sentimientos. Las ideas complejas actúan en el ser ya sea excitándolo al gozo o al dolor, o de hacer o no hacer el acto. La tercera es la voluntad. Obedeciendo muchas veces al sentimiento de mayor intensidad.

Pongamos un ejemplo para ver mejor cómo la timidez ha llegado [a ser] el estado patológico del araucano:

Todo ser despreciado y despojado es inferior.

El araucano fue despreciado y despojado, luego, el araucano [es] inferior. Según este silogismo la generalidad de los araucanos y muchos de nuestros enemigos sacan sus conclusiones para decir que la raza araucana es inferior a otras razas.

La falta está en que no reflexionan en la premisa mayor (todo ser despreciado y despojado es inferior) en la que el todo no abarca enteramente el todo; pues hay hombres despreciados y despojados y sin embargo no son inferiores. Si el araucano fue y es despreciado, no quiere decir con esto que es inferior o es incapaz a cualquier actividad superior. Muchos pueblos mientras fueron dominados se les consideró como incapaces en la antigüedad, pero hoy día esos mismos pueblos pasaron a ser en su mayoría potencias y autores de grandes adelantos.

Según las dos explicaciones; primero porque el todo no está tomado en toda su extensión y [en] segundo lugar la fuerza del más poderoso, no indica la superioridad moral sobre su vasallo; está demostrada la falsedad de la premisa mayor y por consiguiente no puede haber una conclusión verdadera si de admite como verdadera la proposición falsa.

La falta está en el raciocinio. Y la voluntad cautivada por esta falsa y perniciosa proposición muchas veces ejecuta y ordena los ya razonados.

Siendo el silogismo o el raciocinio anterior falso, no debe el araucano seguir creyendo que es inferior, incapaz, antes al contrario debe tomar su voluntad y pensar y ordenarse como los verdaderos pensadores.

La timidez decía Monstequieu “ha sido la plaga de mi vida”. Esta frase pudieran aplicársela a muchos araucanos que no se atreven a lanzarse hacia su mayor bien. Una verdadera plaga seguirá siendo si el araucano no toma las medidas preventivas.

REMEDIOS DE LA TIMIDEZ. —Las escuelas y las buenas escuelas. Una escuela se destaca por buena, cuando sus profesores están imbuidos con nobles ideales y en mala cuando sus profesores son mediocres en sus sistemas de enseñar y corregir. Porque no solamente se debe aprender cuánto es 2 más 2, sino guiar al niño hacia un ideal mejor, hacer amar la perfección tanto material, como moralmente. El otro remedio sería la divulgación entre los mismos araucanos, la civilización [ascenderá] y poner todos los medios para ejecutarla. Solo así se puede llegar a la conservación de la raza y la timidez su sepultura

Domingo Curaqueo
Estudiante Universitario

En: La Voz de Arauco, año 1, número 2, p.3
Órgano del Centro de Estudiantes Araucanos Nehuentuayñ
Temuco, junio de 1938