1—Instrucción
Pues, meditando un poco, y esto solamente requiere un poco de buena voluntad para con la raza, un poco de patriotismo, ya que esto reclama el amor a ella, se verá que la ignorancia repugnante es la madre, la fuente inagotable de todo atraso en todo orden de vida de nuestra sangre. Es por la falta de conocimiento de lo bueno, de lo grande, de lo noble, que no puede apreciar el valor moral y material de las cosas.
La ignorancia venda los ojos, que lo ciegan para no ver. La ignorancia atrofia las facultades mentales, por lo tanto, hace inapreciable las cosas que los ojos ven. La ignorancia esconde a nuestra mente la verdad, lo hermoso, lo bueno y hace al hombre indiferente ante estas magnificencias.
Lo contrario, la instrucción, quita esa venda y abre los ojos para admirar. La instrucción con el conocimiento de las verdades y principios impulsa al hombre a obrar, por lo tanto, a progresar.
Estas pocas meditaciones hacen ver que en nuestros hermanos de raza falta la instrucción, la educación. Pero, una instrucción concienzuda, una educación moral; porque solamente de esta manera podrá haber progreso en el orden material y espiritual. Para esto, basta ver la historia de los pueblos, de los distintos puntos de la tierra, quién nos responderá claramente sobre lo dicho.
La buena instrucción es la que nos mueve a la máquina hombre; y la educación moral del mismo, es el conductor de esta máquina.
2—La conciencia de la capacidad
¿Qué es lo que se deja ver en las actividades de la mayor parte de nuestros mayores? Es esa tonta creencia de su incapacidad.
Desgraciadamente, en las mentes de nuestra juventud, quiere albergarse esta creencia tonta que, unida a la cobardía, forman el pesimismo, por lo tanto, el retroceso en vez del progreso. Es realmente una contradicción de pensamiento de nuestros mapuches el pensar así; porque con los ejemplos de valentías, de arrogancia y temeridad que nos dejó como herencia la juventud que actúo por la emancipación de su raza de los españoles invasores, contrasta enormemente. Debería ser lo contrario. Si los antepasados araucanos fueron valientes, temerarios en los campos de batalla, los de nuestra época deberían ser valientes y temerarios en los campos de la instrucción, de la educación, que también son verdaderas batallas que debe sostener el joven que se educa, que se instruye. Si los antepasados tuvieron la constancia como compañeros de actividad, los de ahora, también deberían tener esa bella cualidad del trabajo duro y parejo, y consciente que ha de triunfar; de esta manera veríamos mapuches acomodados en sus campos, en sus negocios, etc.
Si el atraso, la pobreza, existe entre los araucanos es porque, junto con la falta de los conocimientos de sus actividades existe esa idea mil veces tonta de la incapacidad, de la cobardía.
Cambiar la idea de pesimismo en la mente nuestra juventud, por la idea de optimismo, deberá ser la tarea de esta generación. Para esto, cada joven debería tener un dicho como adagio propio: “Triunfaré la vida”, “Soy capaz”.
3—Espíritu de Cooperación
Realmente en este tiempo más que nunca deseamos esta bella y noble cualidad. Primero, viendo los factores que ayudan para el atraso de nuestra sangre, se ve claramente, que es ese egoísmo personal, esa mala voluntad en cooperar al engrandecimiento de la cultura araucana. Falta, aunque no es honroso decirlo, en los corazones de nuestros araucanos esa virtud, del desprendimiento, en bien de una colectividad. Virtud de gran valor moral y de gran valor material.
Llevando nuestras miradas lejos de nuestras tierras y observando en los distintos pueblos del globo veremos que, lo que ha contribuido más a la grandeza, al progreso de los pueblos, ha sido la cooperación desinteresada de los hombres que componen esos pueblos. ¿Y qué será que los mueve a los pueblos para tales obras magnánimas? Para la gran mayoría es el patriotismo, ese amor a su raza. Sea el ideal que fuera pues todo va en bien de una colectividad, por la grandeza de un pueblo.
Volviendo nuestras atenciones al campo araucano, vemos que uno de los factores mayores que contribuyen al atraso, es la falta de cooperación desinteresada para el bien de la colectividad araucana.
Cuantas veces no se han formulado propósitos de un alto valor moral y material para lo raza en reuniones y congresos, y que son aprobadas con el calor del entusiasmo momentáneo, pero que, una vez terminadas las sesiones, todo es puesto al olvido. Los compromisos de cuota para la realización de una obra noble de levantamiento, de ayuda para la raza o la asistencia a las reuniones fijadas son puestas al archivo del tiempo para no verlas más. Triste es decirlo, pero es así.
A pesar de que haya elementos así entre nuestros compatriotas, no dudo de que nuestros estimados lectores acojan estas sencillas meditaciones y, al mismo tiempo, solicito sus valiosas cooperaciones en la difusión de los ideales de la juventud araucana de sacar a la raza de la ignorancia, mil veces abominable.
¡Vuelva el patriotismo de otro tiempo y arda en llamas inextinguibles el amor a la raza! Así, nutrido con el vigor de una generación fuerte, levantamos el prestigio de una raza debilitada.
Víctor Leñam
En: Pelomtúe, Número 2, p.6
Órgano de la Juventud Araucana
Febrero-marzo, 1940