Tú que solo comprendes

el sufrir de tu hermano

tú que has sentido en tus carnes el dolor

dolor agonizante, dolor severo.

Aún vives en el yugo de hierro,

esclavizado en la miseria

con hijos gimiendo a tu lado

de ojos llorosos pidiéndote el pan.

Hermano, tu hijo llorando te mendiga el pan

no permitas eso; trabaja y trabaja

tu hijo querido sangre de tu cuerpo,

en días que vienen no mendigará.

Porque tú le has dado la herencia más linda

la herencia segura que es la educación,

más tarde dirá se lo debo a él, a mi anciano padre,

a quien yo le quiero

a quien yo le adoro con el corazón.

Anselmo Quilaqueo

En: La Voz de Arauco, año 2, número 8, p.3
Órgano del Frente Único Araucano de Chile
Temuco, 27 de abril de 1940