Compañeros:

He elegido este tema para mi trabajo, no con el objeto de hacer la defensa de la raza indígena y, en especial de la araucana; mi defensa resultaría interesada y vosotros tendrías derecho a tacharme por estar implicado; mi finalidad es rectificar algunos errores históricos, a la vez que contribuir con mis modestas opiniones, a resolver este problema en orden a que los 150.000 indígenas chilenos sean en el menor tiempo posible y con el mínimo de gastos para la nación, elementos eficientes de progreso a la vez que mejoren sus condiciones materiales y espirituales.

Esto lo digo con el pleno convencimiento de que entre vosotros hay elementos que, ya sea por su preparación, su situación social, económica o de cualquier otro orden, llegarán a ocupar un asiento en las Cámaras Legislativas de las cuales depende la suerte de esta gran porción de habitantes que viven, en teoría, bajo el imperio de la ley común, pero que en realidad en muchos casos se encuentran en la indefensión, siendo víctimas de las mayores injusticias.

Para la mayor comprensión he dividido la materia en tres secciones:

1. Condición del indígena antes de la llegada de los españoles.

2. Desde entonces hasta nuestros días.

3. Rol económico, social y político que podría tener en el futuro, mediante una legislación acertada.

1—ROL DEL INDÍGENA ANTES DE LA LLEGADA DE LOS ESPAÑOLES

Creo inoficioso repetir aquí todo aquello que se refiere a las condiciones materiales y escasas comodidades primitivas, sus utensilios, habitaciones, etc., porque son cosas sabidas desde la niñez. Séame, sin embargo, permitido hacer un parangón: en aquellos tiempos el individuo tenía dentro de la tribu asegurada su vivienda y su alimentación, ya fuera porque se hacía acreedor a ellas mediante la cooperación en el trabajo o porque se le brindara espontáneamente la naturaleza. Hoy, 400 años después de la época a que me refiero, tenemos en todo el país más de treinta mil niños abandonados (incluyendo los de las casas de reforma, asilos, patronatos, y vagabundos) y más de cincuenta mil cesantes en condiciones de vida insostenible. No se crea con esto que abogo por la vida primitiva o que piense como el poeta que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. ¡No! Soy un decidido partidario de la fusión, de la incorporación definitiva del elemento indígena al conglomerado social, como lo demostraré a través de este trabajo.

El indio de aquella época, más que el de hoy, era supersticioso y, proporcionalmente, con relación a la cultura de la época, tenía menos de la que existen hoy en la clase popular; era y es amante de sus tradiciones, y con razón, ya que estas representan las ideas, las costumbres, la religión, etc., del pasado, son como una síntesis de la raza; fueron belicosos e hicieron guerra sin cuartel a los españoles, en defensa de su suelo, de sus hijos y de sus mujeres. Fueron dos intereses contrapuestos que necesariamente debieron chocar: la ambición de unos y el instinto de conservación de parte de los otros.

Ante el presente se está en difícil situación para apreciar aquellos hechos remotamente pretéritos.

2—EL INDIO DESDE LA DOMINACIÓN ESPAÑOLA HASTA NUESTROS DÍAS

Desde la llegada de los españoles los indios tuvieron que esforzarse en perfeccionar sus medios guerreros, aunque la guerra no era para ellos una novedad, porque al igual que los señores feudales de la edad medioeval, esta era la profesión favorita de los individuos viriles.

De todas las tribus que poblaban el país, la que subsiste con caracteres definidos, en la calidad de raza indígena nacional, es la de los araucanos. Es a estos a quienes he de referirme en lo sucesivo, ya que los demás tienen solo un interés histórico.

Diseminados, hoy, entre el río Bío-Bío y Puerto Montt, fueron en aquellos tiempos los que dejaron atónitos a sus propios enemigos por su valor espartano y las condiciones de resistencia física. Quien haya leído a Ercilla en su poema “La Araucana”, obra que debe tener para todo chileno un alto valor ético, estará acorde con lo vengo expresando.

Independizado Chile de la dominación española, los indios no fueron adeptos al nuevo Gobierno y fue necesario someter por la fuerza militar algunos levantamientos. Esto es imposible que vuelva a repetirse, pues el aborigen de hoy ha comprendido que, así como un individuo aislado es un hombre nulo, un grupo como el de los araucanos igualmente aislado también lo sería y especialmente, porque han cambiado sus medios de vida y su cultura.

3—ROL ECONÓMICO, SOCIAL Y POLÍTICO DEL ARAUCANO PARA EL FUTURO

Es este el periodo que verdaderamente interesa, que de los muertos nada o muy poco podemos esperar.

El profesor señor Santiago Macchiavello sostiene en su obra “Política Económica Nacional” lo siguiente: “El problema indígena solo podrá ser resuelto por medio de la educación intensa, constante y bien orientada; de una educación que sea capaz de inculcarle la ideología de la civilización occidental y que al mismo tiempo borre los estigmas de la tradición, de la herencia, de la superstición y, en general, de su estado cultural primitivo.

Labor ardua y larga será esta, que tendrá que tropezar con muchos escollos, los cuales estarán principalmente, por una parte, la codicia de los civilizadores y por otra la incomprensión del indio mismo, pero que significa el único medio capaz de incorporar al indio a la vida nacional”

Este párrafo contiene grandes verdades y es por eso que lo he transcrito textualmente a fin de comentarlo a través de la experiencia que pueda tener: 1) Por pertenecer a la raza araucana, y 2) Por la práctica como profesor primario, al principio, y de Educación Física, después.

Se dice en la obra precitada que, para la resolución del problema indígena, la educación debe ser intensa, constante y bien orientada; en la actualidad no reúne ninguna de estas tres calidades.

Si examinamos los programas de enseñanza primaria, veremos que es uno para todo el país. ¡Profundo error!

La Geografía Económica de Chile está caracterizada por cuatro zonas de producción: zona minera en el norte; zona industrial, agrícola y comercial en el centro; maderera y ganadera, en el sur y pesquera en la región insular. Como es lógico, los medios de vida no son iguales en todas las zonas; los individuos ganan el sustento de diversas maneras en trabajos también distintos.

Como se comprenderá fácilmente, mi crítica a la unidad de programas no va ni puede ir dirigida a los ramos científicos, por cuanto el empleo del castellano, las matemáticas y las ciencias en general, es uno en cualquier latitud, no así el uso que el escolar llegue a hacer en la vida del estudio de los ramos técnicos. Tomemos por ejemplo los trabajos manuales. ¿De qué le sirve a un minero saber tejer una red? ¿De qué a un estudiante de la isla de Calbuco en que la vida se circunscribe a la pesca, la ostricultura e industrias derivadas el adquirir, en dibujo, amplios conocimientos de arte pictórico? En nuestro país la enseñanza de los ramos técnicos no está bien orientado; no guarda armonía con las necesidades nacionales y regionales.

Esto es hablando en general, tratándose de la enseñanza en la región indígena voy más lejos, creo que debiera existir un programa especial que, contemplando las nociones elementales de los ramos científicos, diera preferencia a la agricultura, los trabajos manuales de madera, fierro, alambre, cuero, cartón, a la herrería, al tejido por sistemas modernos, etc. No bastaría que esto constara en los programas como una buena intención, sería menester que el Gobierno centuplicara las escuelas de la región, dotara de los elementos necesarios y que dispusiera de profesores idóneos, especialmente remunerados, a fin de arraigarlos a la región.

Se me dirá ¿y Ud. Siendo profesor por qué estudia leyes y no se dedica a enseñar a sus hermanos de raza? Lo he hecho durante varios años y he llegado al convencimiento de que mi acción no era todo lo fructífera que yo hubiera deseado por los mismos hechos que vengo criticando y porque considero que la profesión de abogado, aunque un tanto desprestigiada, es igualmente noble; todo es cuestión de ética profesional; no es lo mismo defender a la víctima que al victimario.

El autor que comento agrega más adelante: “de una educación capaz de inculcarles la ideología de la civilización occidental y que al mismo tiempo borre los estigmas de la tradición y de la herencia”. Esto implica entrar en el campo de la educación moral, problema difícil si se considera que es preciso contrarrestar una serie de fenómenos psíquicos: hábitos, instintos, sentimientos, etc. Considérese que el modo de ser de un pueblo o resto de un pueblo, como en el caso actual, no es el producto de ayer; sus hábitos y tendencias hereditarias biológicas y psíquicos se han ido fijando, mediante la repetición sucesiva en la evolución de la especie, es decir, tienen un antecedente filogenético.

Sin embargo, en el caso que nos ocupa, no existen dificultades que existirían en otros países de América, debido a que aquí los naturales no han llevado vida aislada sino, por el contrario, han convivido, en su trato comercial, con chilenos y extranjeros.

La Psicología nos enseña que todas las manifestaciones del espíritu humano son susceptibles de contrarrestarse mediante la educación adecuada.

Los hábitos que no son otra cosa que los actos humanos repetidos muchas veces, se hacen desaparecer, en la niñez, por la práctica de hechos con finalidad contraria; lo propio ocurre con los instintos, que vienen a ser los hábitos psíquicos transmitidos hereditariamente. El resultado será positivo si se tiene en cuenta que se debe variar el medio ambiente y adoptar todas aquellas medidas que tiendan a facilitar la fusión de razas.

En el caso de que me estoy ocupando, el Gobierno de Chile, en materia educacional debería imitar la obra de los misioneros capuchinos alemanes y anglicanos ingleses, que desgraciadamente fallan por la excesiva enseñanza religiosa, esto es, fundar en cada región en que fueran necesarios internados de ambos sexos, a los cuales fueran a cumplir la obligación escolar todos los hijos de araucanos, de acuerdo con el programa especial a que me he referido.

ALGUNOS ERRORES HISTÓRICOS

El Autor Francisco Valdés Vergara en su “Historia de Chile”, refiriéndose a los indígenas, dice que éstos “tenían tanta dificultad para procurarse alimentos que siempre andaban con hambre. Muchas veces, obligados por la necesidad, comían sapos, lagartos y otras sabandijas”. Mas adelante, refiriéndose a la muerte de don Pedro de Valdivia dice que “los indios le cortaron los brazos y, después de asarlos ligeramente, los comieron en su presencia”, y así igualmente hay otros hechos erróneos. Así es que según este autor los indígenas eran seres inmundos y al mismo tiempo antropófagos.

Sin embargo, basta con conocer la región de la Araucanía, región prodiga en sustancias alimenticias: la costa, región pesquera; el valle central con abundante vegetación y frutos apropiados para la caza, y la región cordillerana con sus piñones, murtilla, etc. Esto sin considerar la papa y el maíz que todos cultivan y cultivan. Con tales elementos no tenían necesidad de alimentarse con “sapos, lagartos y otras sabandijas…”. Por otra parte, los indígenas chilenos jamás han sido antropófagos, no iban solamente en esa ocasión a comer carne humana y darle tema al señor Valdés Vergara, para completar su historia, y servir hasta hoy de texto de estudio de las Escuelas Primarias del país, por desgracia.

Estos errores manifiestos, la raza araucana no los puede permitir, porque a más de ser falsos denigran a la nación chilena, principalmente a las clases obreras y medias que más directamente descienden de la raza indígena. De consiguiente, deben borrarse tales errores o lisa y llanamente suprimir la mencionada “Historia” como texto de estudio en nuestras escuelas por las razones expuestas.

Algunos escritores, han dicho, por último, refiriéndose a Lautaro, para hacerlo aparecer como “traidor” que “se pasó al partido de sus paisanos cuando vio que los caballos de los conquistadores estaban rendidos y próximos a inutilizarse, cosa que Caupolicán, el verdadero organizador de aquella victoria podía tal vez ignorar…”

Sin embargo, don Tomás Guevara, impugnando este error dice: “Cronistas autorizados y don Diego Barros Arana, que estudió con toda detención estos hechos, están de acuerdo en que Lautaro desertó antes de la batalla, que no dirigió Caupolicán”.

José Inalaf

En: El Frente Araucano Año 1, Número 2, pp. 1 y 4

Santiago, septiembre de 1939