El que escribe estas líneas creyendo estar en la verdad, se atreve a alzar su protesta por la actitud de una gran mayoría de personas que valiéndose de sus cargos, infaman a la raza araucana, y la hacen víctima de su menosprecio.

Desde que este país sometió al araucano, considerándolo parte integrante de la chilenidad, y por consiguiente igual a cualquier otro ciudadano, muchos fueron penetrando en las aulas escolares casi sin darse cuenta de qué se trataba y de los resultados que de allí pudieran obtener; algunos alcanzando cierta cultura, pudieron contribuir al progreso de la sociedad destacándose en la defensa de su terruño. Pero la gran mayoría volvía a sus rucas perseguidos por personas especialmente encargadas de la labor educacional. Desde luego cabe aquí preguntar lo siguiente: ¿cuál es el motivo que movió antes al personal docente a perseguir a la raza araucana? ¿Acaso por tratarse de una raza dominada, no tiene el derecho a levantar su mente y civilizarse? ¿Acaso porque su color sea un tanto extraño, ha ser objeto de burla de profesores y alumnos? ¡Incomprensión! ¡Mezquindad cultural!

Además, estas actitudes no han sido solamente de palabras, sino que han ido mucho más allá, se han llegado a la calumnia por medio de escritos ignominiosos y malévolos. Así por ejemplo: escritores e historiadores, no digo que todos lo hayan hecho con mala intención, porque tal vez pudieron estar mal informados, han pintado las costumbres araucanas de Chile como las peores de la América, al decir que el araucano era flojo, ladrón, borracho, etc.

En verdad, han sido muchos los observadores, pero muy pocos los que conociendo la realidad de cerca, la han escrito sinceramente. Y frente a estas falsedades, paso a nombrar hombres de ciencias que no sólo se han conformado con meras noticias, sino que han ido al mismo terreno de la realidad. El poeta Víctor Domingo Silva, por ejemplo, en su obra “El mestizo Alejo y La Criollita”; el Dr. Alejandro Lipschutz en su obra “Indoamérica y la raza india”, narra y lamenta la desgracia del indio por culpa del mismo gobierno, y afirma que el araucano puede surgir como cualquiera raza; requiriéndose tan sólo a una pedagogía que le sea propia para estimular el progreso.

El doctor Félix de Augusta, después de haber vivido cinco años en la ruca del cacique Pascual Painemilla, escribió su libro bilingüe (Castellano y Araucano) “Lectura Araucana”, pintando la pureza de la familia y el matrimonio araucano.

Comprobando además, las falsedades a que hago referencia más arriba y que motivan este artículo, puedo decir que por investigaciones realizadas recientemente en los regimientos: Tucapel, Traiguén, Caupolicán, y otros que sería largo e inoficioso enumerar, se ha llegado a la conclusión de que más de 95% de los araucanos llamados a hacer el servicio, demuestran especiales aptitudes para la vida miliar, condiciones notables de vigor físico y moralidad muy superior a las de otras razas.

Según estas explicaciones, son infundados los conceptos de los pensadores enemigos de la raza araucana, y contradicen al mismo tiempo las aberraciones hechas a manera de curiosidad.

Yo diría antes de terminar a mis colegas, futuros maestros, esperanzas de la cultura, que sepan actuar en su cargo, aplicando los mejores procedimientos a los jóvenes araucanos sin duda alguna, sabrá eternizar los favores recibidos de los profesores de Chile

Domingo M. Curaqueo

En: Heraldo Araucano, número 1, pp. 1-2
Santiago, Septiembre de 1940