Con cierta frecuencia, desde un tiempo a esta parte, hay quienes se han dedicado a hacer a los aborígenes de Arauco blanco de injustas calumnias y suposiciones que generalmente culminan con el insulto audaz y desmañado.
Últimamente le [ha] cabido ese triste honor a un señor cuyo nombre más vale no nombrar, que en la ciudad de Temuco y ante los miembros del Rotary Club tuvo la osadía de verter conceptos injuriosos para los hombres que formaron el tronco primitivo de la ciudadanía de Chile y que acaso tanto como los hombre de la colonia y la República, hicieron de Chile, un nombre conocido y admirado. Y para mayor desgracia, la empresa periodística El Diario “Austral” del lugar publicó editorialmente estos hechos venales del empingorotado conferencista.
Pero felizmente, las sociedades araucanas unificadas con asiento en la ciudad de Temuco, “Frente Único Araucano” y “Corporación Araucana” tuvieron la valentía de levantar sus voces de protesta en la prensa santiaguina, protesta que fue publicada en el prestigioso rotativo El Diario “La Hora” el 16 de Junio de 1940. Desde luego, “El Heraldo Araucano” hace causa común de esta protesta.
No importaría que estos ataques a mansalva, villanos por su fondo y naturaleza, provinieran de personas que no tienen solvencia moral o que fueran esporádicos como es natural en el desfogue de las pasiones que suelen azotar a personas descontroladas. Pero es significativo que a veces estos ataques adquieran una continuidad que hace pensar en una campaña emprendida quien sabe con qué fines inconfesables. Tal [como] ha estado sucediendo este último tiempo en que con diversos pretextos y audaces aseveraciones se ha estado denigrando el buen nombre de Arauco y de su raza.
Ante esta situación abominable por naturaleza, creemos que debe cesar la política de indiferencia y apatía que la raza ha mantenido y debemos defendernos con la prensa, con los hechos y con las palabras.
Se nos dice que somos una rémora para progreso; que somos incultos, alcohólicos, bárbaros; que estamos en decadencia; que no sabemos administrar lo nuestro y que no tenemos mayores aspiraciones.
Pues bien, demostrémosle lo contrario. Mostremos que somos más grandes y capaces que los nos atacan; mostremos que sabemos responder al insulto con la acción de los pueblos honestos y viriles que saben mostrar sus virtudes y exhibir las muestras de un pasado glorioso y de un presente fecundo. Hay que terminar con estas campañas. Debemos hacerlas concluir y debemos usar todos los medios que están a nuestro alcance para hacer que se nos respete y que se nos dé el lugar que merecemos en la población de este Chile del cual algunos menguados quisieran veros desaparecer, lo que no conseguirán jamás de los jamases.
Carlos Huayquiñir
En:
Heraldo Araucano, número 1, p. 3
Santiago, Septiembre de 1940