El 15 de abril de 1939 será una fecha memorable para la raza indígena, por tener lugar en este día la realización de un gran Congreso Nacional de la Raza Araucana, a desarrollarse en la forma más amplia de que haya memoria hasta el presente en nuestra querida patria. Las finalidades primordiales de este congreso son la de trabajar por el engrandecimiento de la raza, defenderla de la usurpación de sus tierras, sacarla a breve plazo de la ignorancia, mediante la creación de escuelas en todas las reducciones y que, finalmente, se la rodee de justicia verdadera, a fin de que no continúe siendo explotada como hasta ahora a pesar de todas las leyes que la favorecen.

Ante la grandiosidad de este acontecimiento, los mapuches de todos los puntos del país, se han sentido conmovidos y han aportado en forma entusiasta su cooperación para llevar a cabo el Congreso a la realidad y que sea [dispositivo beneficioso]. Los interesados, que son los propios indígenas, no han respondido su concurso a la obra en que estamos empeñados para conseguir la unificación completa de nuestra raza, a fin de trabajar en común y hacerla grande, próspera y civilizada. En estos instantes de incertidumbre para muchos de los nuestros, nuestro lema ha brotado del conocido dicho de que “la unión hace la fuerza”.

Si cualquiera circunstancia adversa a la unificación de la raza provocara el fracaso de los fines perseguidos por este Congreso, habría que asegurar de que se perdería la oportunidad más feliz y propicia en este sentido y a los culpables de tal situación habría que señalarlos como traidores de esta raza que sido humillada pero no vencida.

Habría que sindicarlos como los que han sepultado para siempre en la esclavitud y en el vicio a nuestros hermanos de raza, a los cuales queremos sacar de la ignorancia en que viven y rodearlos del respeto que se debe a todo ser civilizado o de cultura superior.

En esta actividad de unir a la raza tendrán la mayor parte y la responsabilidad las sociedades araucanas, es decir, cada una de ellas. Y si la unificación no se produjera en este Congreso, serían ellas también, estas instituciones, las culpables directas de tal fracaso que no esperamos lograr.

Se está demostrando con este Congreso que la raza araucana no ha muerto, que sigue vibrando al amor de su terruño, y que sus hijos se levantan cual modernos Caupolicanes, para elegir, sin egoísmos, a un nuevo Lautaro. En este momento la juventud tiene la palabra. A ella nos dirigimos especialmente, porque es la esperanza de un porvenir mejor y la [mantendrá] de los legionarios hijos de la tierras del Arauco no domado. Nuestros antepasados se defendieron de sus derechos usando con bravura la lanza. Hoy, nosotros, los modernos araucanos, defendemos nuestros intereses valiéndonos también de la pluma. Estamos decididos a encauzar nuestra acción emancipadora dentro de la razón y de la justicia. Sin odios ni ofensas para nadie, respetando las decisiones del Gobierno constituido por voluntad propia y acatando en forma amplia las actuaciones correctas de las autoridades correspondientes.

Este es al menos el deseo de “La Moderna Araucanía”, de la cual soy presidente y cuyo pensamiento debo interpretar fielmente.

Antonio Chihuailaf Huenulef
Presidente de la Sociedad
“La Moderna Araucanía”, con personalidad jurídica

En: La Voz de Arauco, número 3, pp.2-3
Órgano del Centro de Estudiantes Araucanos Nehuentuayñ
Temuco, 14 de abril de 1939